LA NOCHE

 

Andando por la sombra

oscura y silenciosa,

veo que todo está apagado

igual que mi corazón olvidado.

Desde aquí puedo notar

el sabor del aire al soplar,

ya que de calle en calle he avanzado

hasta que al frío mar he llegado.

Me siento y mirando al cielo

percato en mi interior un anhelo:

quiero tocar aquella estrella

que allí a lo lejos destella.

Sola en este banco me he quedado

pensando en todo lo que ha pasado,

decido parar y dormir,

este dolor quiero dejar de sentir.

 

                                            Carlota Ontagas, 1r ESO C

MILES DE LEGUAS

La peor desdicha que le podía ocurrir a un caballero andante sería perder todo aquello que le da honra: el patrimonio, el honor, el orgullo y la doncella.

Pues bien, a Don Walczak se le podría considerar el hidalgo más desventurado de todo Trujillo.

De orígenes eslavos y de unos treinta años, vive desde siempre en la localidad extremeña mencionada.

No obstante, al ser inmigrante, los habitantes del pueblo le ponen motes como: “Polaco”, “el del Este”, entre otros, cosa que le enoja enormemente, al vivir desde hace mucho tiempo en España. También por esto tiene graves problemas con Hacienda, pues los impuestos son muy altos y no le queda casi dinero.

Para colmo de sus desdichas, otros señores feudales siempre le derrotan en los torneos y las gestas, por ello es motivo de burlas y su mujer le ha sido infiel con un criador de gorrinos.

En resumen, está arruinado por completo.

Harto de calamidades, un buen día madrugó y levantó a su escudero para ir a vivir a la ciudad de Cracovia, en Polonia, su país de origen.

Sin lugar a dudas, tenían por delante una ardua tarea que les llevaría muchas jornadas y pasarían muchas calamidades, pero al otro lado de Europa les esperaba una nueva vida próspera y llena de oportunidades.

Partiendo con lo puesto, Don Walczak se enfundó su armadura y preparó sus armas para partir e irse.

No duró mucho tiempo la euforia del primer momento, hasta toparse con el señor de Monteverdecillo, un caballero feudal de la zona que le preguntó por qué marchaba.

Don Walczak le respondió:

“Miles de leguas recorreré, con mi corcel y mi fiel escudero, mas no volveré porque parto hacia el mundo entero”.

Y con estas palabras, el hidalgo dejó atrás Trujillo y al pedante de Monteverdecillo, como la senda que uno nunca volverá a pisar y partiendo hacia su destino.

Al cabo de muchas jornadas de andanzas llegaron a Cracovia. Una vez allí, Walczak se percató que era el heredero de una tierras cercanas a la ciudad, ya que su tío biológico había muerto en las Cruzadas .

Este hecho cambió su destino y gracias a su cuantioso patrimonio fundó una academia de lengua castellana de gran prestigio a nivel local.

Todo aquel polaco que conociera bien el español había aprendido a hablarlo a la perfección gracias al lingüístico hidalgo.

Daniel Mota, 2n d’ESO

¿POR QUÉ ESTUDIAR?

 La educación, en nuestros tiempos, está a la vez sobrevalorada e infravalorada. Sobrevalorada porque mucha gente articula su vida alrededor de ella.

Infravalorada porque no se presta atención a lo que se enseña, ni cómo, ni por qué.

El sistema educativo está enfermo, marchito, moribundo y pide a gritos una reforma de base. Además se ha perdido el respeto hacia los profesores y la consideración hacia los alumnos.

Pocas cosas se hacen bien dentro de este sistema. Pondré ejemplos. El fin de un examen es comprobar si se ha aprendido lo que se tenía que aprender. Si hay que estudiar para un examen (y doy fe de que no he encontrado un examen en secundaria en el que el estudiante medio pudiera sacar buena nota sin estudiar), es que el examen está mal planteado. Lo realmente importante es aprender, no memorizar. Hemos convertido la mayoría de los exámenes en meros tests de memoria.

Los deberes. ¿De verdad hacen falta tantos? Hay asignaturas mecánicas que necesitan práctica: las matemáticas y los idiomas en muchos aspectos. Hay que hacer muchas ecuaciones de segundo grado y muchos análisis sintácticos para que salgan bien, hay que hacer muchas redacciones y leer mucho para adquirir elocuencia y hay que hablar mucho inglés para coger fluidez. Pero, sinceramente, desde el momento en el que se comprende lo que es un cromosoma, lo que causó la Revolución Francesa y el espíritu de la literatura del Romanticismo, no veo por qué hay que gastar papel, tinta y tiempo en ponerlo por escrito.

Por si todo esto fuera poco hay aprendizajes fundamentales que hacemos poco o mal: leer. No nos engañemos: nunca nos han transmitido el hábito de la lectura en la escuela. Lo que un estudiante va entendiendo desde pequeño, si no viene de una familia lectora, es que los libros son algo negativo y aburrido. La expresión “lectura obligatoria” hace que me revuelva el estómago. Leer es  acto que debería ser libre, placentero y precioso. Los libros son puertas a mundos inexplorados, a aventuras exóticas, a historias fabulosas, no tantos por ciento de la nota final. ¿Dónde está aquella pasión renacentista por la cultura y el saber? ¿En qué momento leer ha pasado de ser un privilegio a ser una obligación? Si enseñáramos a los niños lo que verdaderamente conlleva el placer de leer, el mundo sería más bello.

Hay asignaturas que brillan por su ausencia. ¿No se nos prepara en la escuela para la vida? Entonces no me explico que no haya una asignatura llamada “cocina” y que nunca un profesor me haya enseñado a poner una lavadora o a fregar los platos. La tecnología se enseña tarde. En la mayoría de países europeos desarrollados los niños de ocho años ya manejan sierras. Pero aquí no, por si se cortaran o alguna vez tuvieran que arreglar una puerta y supieran  hacerlo.

Y la guinda del pastel: el término “educación gratuita” es un oximoron, por no decir hipocresía o broma de mal gusto. Si no, preguntadles por las salidas de asistencia obligatoria por las que hay que pagar, las cartulinas, los cuadernos de dibujo, las témperas, las reglas de mil formas, los lápices de mil colores, los punta finas de cuarenta grosores diferentes, las flautas, las carpetitas de plástico, los ordenadores, y las toneladas de papel que se gastan cada año y que, misteriosamente, no cubren los cincuenta euros que pagamos en la matriculación por el “material”.

Pero dejemos el deplorable sistema y centrémonos en lo que verdaderamente es estudiar. Estudiar… ¿qué? Quiero decir, después de la secundaria.¡La gama de conocimientos es tan extensa.!Uno puede adentrarse en la física y entender el orden del universo, o puede excavar en la historia para saber lo que hicieron nuestros antepasados, o descubrir los secretos de las lenguas vivas y muertas y sentir el concepto de la vida de pueblos lejanos… ¡aprender es precioso!

Hemos sabido tanto, sabemos tanto y sabremos tanto que es un crimen no participar de la vieja transmisión del saber. Y hay un personaje fundamental en esta tarea de la Humanidad: el profesor. Esa gente que siente la auténtica pasión por enseñar, por dar a la siguiente generación, la que conducirá el mundo, la llave de la vida: la sabiduría. Son gente admirable, pero están en peligro de extinción.

No digo que ya no queden profesores de vocación, pero tengamos presente que magisterio es una carrera fácil y te da trabajo seguro y un sueldo fijo( al menos antes) Y todos sabemos dónde acaba una carrera frustrada. Sólo voy a decir que en Finlandia los mejores expedientes van directos a la docencia  y que aquí la frase: “eres demasiado listo para dedicarte a la educación” se oye demasiado y duele.

Por lo tanto, ¿hay que estudiar? Sí, claro. Pero no así.

 Voy a concluir con algunas frases célebres de grandes personajes:

 Education is the most powerful weapon which you can use to change the world.

Nelson Mandela

Education is an admirable thing, but it is well to remember from time to time that nothing that is worth knowing can be taught.

Oscar Wilde

The only thing that interferes with my learning is my education.

Albert Einstein

 Guillem Lort Solé 4t ESO C 

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