Mirada franca, sonrisa cálida, un tono de voz pausado. El profesor Carlos Castel nos recibe en el Laboratorio de Física, el escenario habitual de sus clases. Descubrimos un lugar ordenado, presidido por las fotos de los más importantes físicos de la historia. La pizarra siempre llena de fórmulas. Carlos Castel es nuestro querido profesor de Física, que lleva treinta años en el centro y que se jubila este curso. Trabajador consagrado a sus alumnos, ha dedicado lo mejor de sí mismo en formar estudiantes al máximo nivel. Con esta entrevista queremos acercarnos a su experiencia profesional y a su persona, agradecidos por su tarea en el centro y como pequeño y modesto homenaje de la revista Aluzina a tantos años de dedicación:
Treinta años de profesión en el centro son muchos años. ¿Qué balance hace usted de todo este tiempo dedicado a la enseñanza de la Física?
A los treinta años en el centro hay que añadir tres años en otro instituto y otros cuatro en la universidad, un total de treinta y siete años de docencia. Ni más ni menos.
He pensado más de una vez sobre eso. La enseñanza ha sido la pasión de mi vida. Estar en contacto con los zagales me ha dado “marcha”, me ha dado vida y energía. Veo gente que está trabajando con mi edad en otros ámbitos y no tiene la misma vitalidad. La verdad es que no puedo pensar en otra profesión, es mi profesión. Me ha mantenido joven, bueno, no en relación al pelo, claro…
¿Siempre ha impartido Física?
Siempre he impartido clases de Física, básicamente ha sido así, aunque he dado alguna vez asignaturas de Química.
Entre el inicio y el final de este largo trayecto, ¿qué cambios o diferencias resaltaría?
Lo más notable es que cuando empecé en esta profesión el profesor era alguien importante, una autoridad, alguien respetado por los padres y por los propios alumnos y ahora todo eso, aunque este instituto aún se mantenga bastante bien en este aspecto, está muy devaluado. En muchas ocasiones se juega con el profesor como un pim pam pum. Algo triste, sin duda. Sin embargo, este instituto se ha mantenido como un cierto oasis respecto a lo que pasa en la mayoría de los institutos.
¿Son iguales los estudiantes de entonces y los de ahora?
Yo creo que los muchachos eran entonces mucho más autónomos. Es cierto que no teníamos chicos de la edad de los de primero y segundo actuales pero con cuatro orientaciones, los alumnos se las arreglaban ellos solos. Ahora, la verdad, estamos mucho más encima, diciéndoles la tarea a realizar, ahora corrigiendo, ahora haciendo recuperaciones. Cuando hay errores en los exámenes piensas en qué podrías haber hecho de otra manera y lo cambias. Antes todo eso corría por cuenta del alumno. Incluso en aquel entonces tutores los había, pero formalmente. No hacías reuniones de tutoría ni los padres aparecían muchas veces. En cambio ahora tienes una dedicación horaria muy superior a una asignatura, eso sí ha cambiado.
Es cierto que entonces estudiaba un porcentaje menor de alumnos y los que estudiaban eran justamente los más autónomos, los que sabían moverse mejor. Pero este ha sido el cambio en el perfil de los alumnos que tenemos hoy en día.
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¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de todos estos años?
No hay ninguna compensación, ningún placer más sutil como el de ver cómo los zagales aprenden, cuando estás con ellos y ves que han capturado una idea, sea sencilla en los primeros años, sea complicada si estás con los de la Olimpiada de Física.
En cuanto a lo negativo creo que deberé extenderme un poco más. Lo peor de la profesión, lo más duro, ha sido la sordera de las autoridades educativas que nunca han hecho caso a las propuestas y a los planteamientos de los profesionales. Es absurdo. A nadie se le ocurre reformar una casa sin preguntar al técnico, el que sabe realmente lo que se puede hacer o no. Creo que muchas veces, en este país, en Catalunya, en España en su conjunto, lo que se persigue es el adoctrinamiento y la manipulación. El objetivo no es la calidad o la eficacia del sistema educativo, sino otro. La ley Wert (LOMCE), por ejemplo, es absolutamente retrógrada, se ha doblegado a las exigencias de la Iglesia en un ámbito que no es privado, sino el de la enseñanza pública. Se está hablando de que la Filosofía, por ejemplo, pueda ser una asignatura optativa en el segundo de bachillerato. Es alucinante. La Filosofía es una de las asignaturas más importantes puesto que te da una visión , la cosmovisión europea de cómo se ha entendido el mundo. La Llei Catalana de Educació (LEC) es brutalmente capitalista y da por sentado que haya una doble red escolar, la privada y la pública, como un hecho natural y siempre descaradamente protegiendo a la privada. Muchas veces uno piensa, al menos a mí me pasa, que el objetivo de la LEC es hacerlo diferente de Madrid, no la calidad, sino marcar diferencias y eso es bastante negativo.
¿Cómo ha podido afectar la crisis que vivimos a su profesión?
No estoy muy seguro sobre eso. La perspectiva anterior a la crisis de encontrar más fácilmente trabajo hacía que quizás se desdeñara el estudio pero quizás la crisis, esta es mi esperanza, haga que los muchachos y las familias empiecen a otorgar otra vez importancia a la formación. El otro cambio, por supuesto, es que ahora los profesores trabajamos muchas más horas. No quisiera equivocarme pero desde que empecé creo que son cinco horas más, y con muchos más años. Esto por lo que hace a horas lectivas, puesto que el tiempo dedicado a guardias y correcciones se ha convertido en algo frenético.
Después de su experiencia, ¿que propondría para una futura enseñanza?
No es la primera vez que me lo preguntan. La clave: hemos de encontrar personas, los futuros profesores, capaces de empatizar con los alumnos, capaces de conectar, aparte de disponer de saber sobre su asignatura sin la cual sería imposible transmitir pasión por ella. El profesor ha de ser un especialista en su materia. Nada de eso que se puso de moda de que un físico dé geología por ejemplo. Yo no podré nunca transmitir pasión por otra materia porque no sé un pimiento, o sé muy poco.
¿Por qué profesor?
Porque cuando yo vivía en una ciudad remota en el tiempo y en el espacio, en Lleida, los profesores que tenía en el instituto me ayudaron a ver lo que había más lejos de lo que tenía delante de mis narices, con otra geografía, otra historia distinta a la que yo conocía, a ir más allá de lo aparente en la matemática, en el mundo físico. Digamos, parafraseando a un científico, que me puse sobre sus espaldas y pude ver más lejos, y pensé que yo podría hacer lo mismo.
¿Por qué la Física?
Porque el profesor enseñaba, hace más de cuarenta años, como se dice ahora que se tiene que hacer la Física, porque era un adelantado a su tiempo, porque insuflaba sentido y dotaba de significado a las cosas. Era un profesor extraordinario. Yo quería ser como él. Estoy muy agradecido a ese profesor y a otros muchos. Recuerdo a una buena profesora de Literatura a la que entonces encarcelaron por ser del Partido Comunista, y a otros muchos a quienes he podido agradecer su labor.
¿Qué proporciona la Física a un estudiante?
Robando las palabras a un antiguo profesor que tuve en la Facultad, diría que la Física son las matemáticas en color. La Física te permite entender cuál es el engranaje de las cosas que te rodean, cómo están hechas por dentro. Recuerdo una experiencia de cuando tenía unos diez años: tenía un juguetillo que funcionaba con imanes. Hacías preguntas y el imán te daba la respuesta correcta. Lo destripé y encontré los imanes. Había oído algo del polo norte, polo sur… Se me ocurrió partirlo por la mitad, pensando que me quedaría por un lado con el polo norte y el sur por el otro. De hecho disponía ahora de dos imanes polo norte-polo sur cada uno. Eso me quedó metido en la cabeza, tenía metida la pregunta ¿cómo podía ser? Pues bien, a los ventiún años obtuve la respuesta satisfactoria y ya no me he preocupado más desde entonces. Una respuesta fascinante, por cierto.
¿Destacaría algún personaje o teoría en la historia de la Física?
Para mí, uno de los descubrimientos más fascinantes del panorama de los científicos que he conocido es la figura del físico alemán Max Planck. Es conocido por ser el primero que abrió la tapa de la caja de Pandora de la Mecánica cuántica. Cuando Hitler empezo a hostigar a los científicos judíos, él fue a quejarse a Hitler. El dictador se enfadó mucho -no era muy proclive a recibir críticas-, diciéndole que le perdonaba y no le arrestaba a pesar de su afrenta porque era una autoridad, un aristócrata alemán muy reconocido. Años más tarde, en uno de los atentados frustrados contra Hitler, encontramos que uno de los participantes es el hijo de Max Planck. De ello deduzco que en su casa, a pesar de ser un alemán de pura cepa, había un sentido crítico ante la inmoralidad y la injusticia de la situación.
¿Qué retos tiene la Física actual? ¿Hacia dónde va?
Esto lo he aprendido en el Instituto, no en la Facultad, que por aquel entonces no estaba tan desarrollada. Por un lado está la Física de Partículas, el modelo estandar, que se está acabando de asentar experimenalmente, como por ejemplo con el bosón de Higgs. Casi todas las predicciones han sido comprobadas con los modernos aceleradores de partículas. Sin embargo, hay toda una teoría con una importancia fundamental en la actualidad, la Teoría de Cuerdas. El modelo estandar choca con la teoría de la relatividad general  de Einstein. El modelo de la Teoría de Cuerdas, que es todavía muy teórico y especulativo, intenta solucionar esa incompatibilidad. Sería la teoría del todo, una superteoría unificadora de campos hasta ahora distintos.
Sabemos que algunos alumnos salidos de estas aulas han dado importantes pasos en el mundo de la Física, ¿nos podría dar algún detalle?
El que salió antes de este instituto hizo la Olimpiada de Física, quedando primero en Catalunya y luego a nivel nacional. Su Tesis fue Premio Extraordinario en Europa. Estuvo de profesor en UCLA, en Los Ángeles, siendo una autoridad mundial en exoprocesos. Recuerdo de él que tuvo que ir a Nueva York y se hizo con el inglés en apenas un mes. Otro alumno ha acabado siendo una autoridad en Astrofísica, un experto en estrellas dobles con emisión de rayos X. Ha ido por todo el mundo, pasando por Holanda, Nueva York, Londres. Creo que ahora está en Canarias. Otro alumno trabaja sobre materiales de memoria también con prestigio internacional. Otro de ellos trabaja actualmente en el Instituto Max Plank de Berlín, sobre células fotovoltaicas. El llamado micrsocopio de Efecto Túnel fue introducido en España por un par de exalumnos de este instituto. El más reciente, está ahora en Londres haciendo cursos de Bioingeniería, labrándose una prometedora carrera.
¿Cómo valora usted la experiencia de todos estos años en la Olimpíada de Física?
A todos los muchachos que han participado les ha marcado su futuro vital y profesional. Su preparación les permitió dedicarse unas seiscientas o setecientas horas y adentrarse en un nivel de primero de Facultad. Además lo hicieron saboreando las cosas, con parsimonia, con experimentos, preguntas y debate. Yo he aprendido mucho con ellos, estudiando cosas estimulado por sus preguntas. Luego está, por supuesto, el aspecto emocional. Cuando me llega un correo de ellos noto mucho su afecto.
¿Qué puede decirnos del recurso a la mediación escolar en el cual ha participado durante algunos años?
Yo fui Cap d’Estudis durante dos años. Había entonces una conflictividad bastante elevada. Un exprofesor del centro me mostró su experiencia en la mediación escolar y al año siguiente lo puse en práctica aquí en el Instituto, de eso hace unos doce años. Me sorprendió muy gratamente el ver que la inmensa mayoría de los conflictos, excepción hecha de un caso fracasado de alrededor de unos cuarenta abordados, se solucionaba de forma eficaz, eso sí, con seguimiento, estando encima. Con este servicio el nivel de conflictividad es menor.
Después de una vida dedicada a la enseñanza, ¿cómo se afronta la jubilación?
Pienso que tendré tiempo para hacer algunas de las cosas que no he podido hacer hasta ahora. Me gustaría echar tiempo para hacer un curso de literatura universal, por ejemplo. Otra cosa que me fascina, algo que me pirra, es poder hacer un curso sobre ecuaciones diferenciales aunque mi mujer dice que estoy como una cabra.
En el lado negativo debo decir algo que comentábamos antes de realizar esta entrevista, y es que muchas de las cosas que he aprendido en esta vida, mi diríamos bagaje cultural, ha sido algo que he arrebatado a mis compañeros, viniendo aquí, dialogando o discutendo sobe un artículo o noticia que ha ocurrido recientemente., etc. Todo eso me lo voy a perder.  Además, siempre que he estado en un momento difícil he podido arrimarme a uno u otro de mis compañeros. En eso, no sé qué pasará, espero mantenerlo en el futuro.
¿Cuáles son sus deseos para el futuro próximo?
Me gustaría tener salud para poner en práctica todos los deseos citados, para poder dedicarme a mi mujer y a mis hijos, a los que he escamoteado tantos fines de semana estos años…
¿Cuáles son sus hobbies o aficiones?
Mis hobbies son la bicicleta y la natación.
Existe el mito de que una persona de ciencias no suele ser un buen humanista, y también viceversa. ¿Qué opina de ello?
Permíteme que me exprese así, pero me parece una chorrada. Yo pienso lo contrario justamente. Si quieres tener alguna idea creativa sobre Física, desde luego, lo bueno es que vayas picoteando en la Literatura, en la Música, en la Filosofía. Parece que el cerebro va amasando todo ello y de pronto, clic, parece que surge algo por sí mismo. Esa idea me parece, pues, un absurdo. No conozco ningún gran científico que haga cumplir esa afirmación.
¿Cuáles han sido sus lecturas o autores más apreciados? ¿Qué libro nos recomendaría?
En relación a autores, te diría que Delibes. Todo lo que ha escrito me fascina. Más que de autores, hablaría de libros. Uno de los últimos que he leído, el que precisamente Xavier Hernández me dejó, me ha impresionado mucho. Se llama Historia de un alemán, de Sebastian Haffner, en el que se ve el auge y la toma del poder del fascismo y cómo éste impone un pensamiento único. Jesús del Pozo me ha impuesto la lectura de Spinoza con una nueva explicación neurobiológica de las emociones y sentimientos. Ahora estoy leyendo un libro en aragonés que se llama Continuazion que me ha impuesto mi hijo mayor. Hace poco he leído Circus máximus, un libro fácil y apasionante con el que aprender mucho de la historia de Roma, muy recomendable a gente de vuestra edad.
¿Nos puede recordar alguna anécdota vida en la clase de Física?
Hubo una temporada en la que en este laboratorio, en esta pizarra, entre lo que es propiamente la pizarra verde y el marco marrón, aparecían pelos largos, cada día por la mañana y yo los sacaba. Pero al día siguiente volvían a aparecer, los volvía a sacar y así día tras día. Me decía “no puede ser, ¿qué explicación tendrá? Entonces hubo una explicación sobre el tema. Hubo algunos que decían que era la señora de la limpieza, pero eso es muy difícil, poner pelos precisamente ahí, ¿no? Tú intenta poner ahí un pelo. Algunos dijeron que lo hacía yo, para darme importancia. Por aquel entonces estaba toda la pared llena de fotos y dibujos de los principales científicos y hubo una hipótesis que decía que ellos salían de noche de sus fotos, cobraban vida y salían al mundo real a través de ese intersticio (risas). Te voy a decir más cosas: desde que quitamos esas fotos han dejado de aparecer pelos. Eso es método científico. De eso se deduce que era eso lo que estaba realmente pasando. Sugiero que a través de esta revista que ahora reemprendéis, saquéis a la luz aquella antigua investigación que hubo sobre el asunto…
¿Qué consejo daría a los estudiantes del instituto?
Que a pesar de todos los pesares, a pesar de lo devaluada que pueda estar la enseñanza y a pesar de lo difícil que resulta ahora encontrar trabajo de lo que estudies, hay que estudiar, hay que hacerlo porque merece la pena. La educación que tengas determina toda tu vida, con quién vas a casarte, cómo vas a educar a tus hijos, cómo vas a gozar de la vida. Por todo ello hay que aprender.
Por cierto, ¿qué papel juega Chuck Norris en la historia de la Física?
Ninguno. Está puesto ahí, al lado de la pizarra, de cachondeo. Chuck Norris es un tío tan potente que puede hacer lo que le dé la gana. Incluso no hace el pino, sino que sujeta la Tierra.
(risas)
Unas últimas cuestiones, ¿es consistente en cuanto a la Física, la serie The big bang theory?
Sí, mucho, pensad que un asesor del guión es un premio Nobel de Física. La serie es estupenda. En casa somos unos forofos de la misma. En un capítulo se ofrece una imagen excelente de lo que supone en teoría cuántica la indeterminación de los estados.
Algo que ha surgido en alguna respuesta anterior hace pensar en si cada persona puede encontrar su trabajo, su gran pasión, ¿cree que es así?
No, eso puede ser otro mito, algo parcialmente falso. Alguien llega a decir que algo le gusta cuando tiene precisamente éxito en eso. Si tú eres profesor y ves que los alumnos te escuchan, te quieren, sacan buenas notas y te respetan, te dices: es mi profesión, mi vocación.  La vocación es posterior al esfuerzo. Para que el ajedrez, por ejemplo, llegue a ser una pasión para ti debes haberte esforzado mucho en aprender ajedrez. Para llegar a ser buen profesor has de haber invertido mucho tiempo en mejorar tus clases. Es cuando entonces te dices: ahora me lo creo.
Todos los que hemos participado en esta entrevista estamos muy felices de haber compartido un rato delicioso con uno de los mejores profesores de este centro. Ha sido un placer conocer su pensamiento, sus opiniones y sus consejos. Estamos seguros que nuestro instituto nunca lo olvidará.
Muchas gracias.
Equipo de redacción

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