Durante los últimos días he estado haciéndome recurrentemente esta pregunta:

¿Dónde está eso que llamamos verdad?

Mi intención no es encontrarla, simplemente, identificarla. En una sociedad donde la información abunda, y por irónico que parezca, dejamos de atender a las cosas que podrían parecer más verdaderas para dejarnos llevar por aquello que queremos oír, alegando como única defensa que es más cómodo.

La comodidad o el letargo mental, el coma filosófico. Eso es lo que nos hace perder las referencias y si en algún momento de nuestra vida logramos acercarnos a alguna verdad, será en algún caso por pura suerte, ya que nosotros mismos enterramos la verdad, como si del tesoro del pirata se tratara.

Libros, revistas, periódicos, internet; y dentro de este: Google, bing, edge, firefox. Cada uno de estos medios, te dará una verdad, así que creo que en unos años vista, si no ocurre ya, la verdad, será aquello que a más gente le parezca bien o le guste, dejando de lado cualquier criterio, razón o lógica. Seguramente dejaremos de usar la cabeza para acabar tomando decisiones y juzgar con el corazón. Abandono de la razón para abrazar el sentimiento. Ahí es donde está el coma filosófico.

Algo me lleva a pensar que también puede existir directamente el asesinato de la verdad. Si alguien conoce alguna verdad y se niega a aceptarla, ya sea por miedo a perder un determinado nivel de seguridad mental o porque simplemente le supone demasiado esfuerzo, estaremos con certeza ante un asesinato filosófico. Y eso supone algo realmente triste y despiadado, pues esa verdad que tanto cuesta encontrar será enterrada viva, hasta que se ahogue y muera. Una verdad asesinada y negada al resto de la humanidad, una pérdida por la que todos deberíamos llorar pero que apenas importa a nadie.

Ian Vázquez, 1º de Bachillerato

 

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