Quan menys ho esperàvem, va arribar aquest escrit a la nostra redacció. Té a veure, i molt, amb la primera consulta que vam atendre el curs passat (veure a la secció del consultori sentimental de la revista Aluzina: Carta de la princesa desterrada i també www.alzina.cat/aluzina/el-gato-con-bufanda/). Immediatament, després de la sorpresa inicial, el vam posar en mans del Sr. Gato con bufanda. Llegiu:

 
Estimado Sr. Gato con bufanda (o a quien pueda socorrerme):
¿Qué queda de aquel caballero de brillante armadura, siquiera de ese pollino caradura? Hace ya casi un año de mi infortunado desliz y esta pregunta atruena mi alma torturada mientras mi mano temblorosa escribe estas líneas.
Cierto es que me inicié en las artes amatorias que la prima, como hiciera Circe con su Odiseo (1), mediante las más viles tretas y hechizos, me iba procurando y más cierto es que caí en ellas como un inocente cervatillo en una trampa, abrumado por el conturbante gozo que hasta aquel momento mi casto cuerpo jamás había siquiera imaginado.
Mas todo ocurrió mientras mi doncella, la princesa desterrada, dilataba con múltiples excusas la exquisita hora en que nuestros cuerpos sellarían lo que nuestra alma ya había rubricado, convencida como estaba que las prisas que en mí advertía no eran buenas consejeras. En mi congestión impaciente, hambriento y sediento como Tántalo (2), en aquel largo confinamiento forzoso de mis facultades que veían retardada la promesa de la piel amada, apareció la maldita prima y así, un día disfrazada de enfermera, otro de colegiala deseosa de repaso, alguna vez de severa institutriz, supo sacarme de mi dolorosa cuarentena.
Lo que en principio no quiso ser más que un inevitable alivio puberal, una simple aventura pasajera, deleite prohibido y peligroso para un joven, lozano y fuerte como era entonces, pronto se convirtió en una auténtica amenaza para mi salud física y mental.
Si la carne era débil entonces, más débil es ahora. Tras estos meses infernales estoy hecho un guiñapo, estrujado hasta la médula, sobreexplotado y llevado a la extenuación. No me aguanto en pie, mis piernas flaquean, aun pesando mi atrotinado cuerpo siete kilos menos. Mis neuronas depauperadas chisporrotean en busca de auxilio. Lo que en principio parecía sólo desahogo furtivo ha acabado siendo una severa rutina militar, un embate espartano, una rigurosa rutina atlética, maratoniana, agónica, que solícitamente me he visto obligado a ejecutar cada jornada bajo viles amenazas que anuncian un destino tal como el del infausto Urano (3).
He conseguido huir, en un despiste de mi carcelera, para no volver. Desde mi refugio ignoto y alejado del mundo, añado a mi explotación material el más hondo arrepentimiento en mi alma, evocando todo lo que mi impaciencia rompió de modo tan miserable. ¡Oh, recordada y querida princesa, cuánta razón había en tus palabras y tu recatada prevención!
Y por eso escribo, para que el experto señor Gato con bufanda sepa valorar mi pena y darme algún sabio consejo para encarar el futuro con alguna esperanza. Si puede añadir a sus palabras alguna receta reconstituyente estaré eternamente agradecido.
Atentamente,
Titono (4), el que fue más primo en esta historia.
 
(1)    Famosa hechicera de la isla de Eea que, enamorada de Odiseo, lo retuvo un año con sus encantos y crueles sortilegios.
(2)    Hijo de Zeus y de Pluto, este personaje de la mitología griega fue castigado por su orgullo a un suplicio en los infiernos. Condenado a una sed y hambre infinitas se hallaba sumergido en agua hasta el cuello. Cuando pretendía beber el agua, ésta retrocedía alejándose de su boca. Al intentar alcanzar una rama cercana de donde pendían sabrosos frutos, ésta se alejaba hasta quedar irremisiblemente fuera de su alcance.
(3)    Urano, personificación del cielo fecundo en la mitología griega, fue capado con una hoz por su hijo pequeño Cronos, quien lanzó sus gónadas al mar.
(4)    Nuestro autor se identifica con Titono, cuya belleza sedujo a Eos, la diosa de la Aurora, quien lo secuestró para poseerlo solamente ella. A petición de Eos, Zeus concedió la inmortalidad a Titono pero no así la eterna juventud. Mientras ella permanecía eternamente lozana, Titono iba envejeciendo y depauperándose hasta chochear como un niño. Finalmente acabó convertido en una minúscula cigarra con un triste hilillo de voz.

 

 

RESPUESTA:

Estimado Titono,

Parece que andas algo decaído, especialmente a nivel físico. Tu dieta a base de revolcones ha provocado estragos por lo cual se impone, antes que cualquier otra cosa, que recompongas tu maltrecha salud. Por ello, y en nombre del sentido común, me atrevo a aconsejarte una serie de maniobras que espero cumplas a rajatabla:

Frasco-pastillas-aluzina-alzinaEn primer lugar, acumula alimentos y bebida para consumir durante unas cuantas semanas a razón de cinco ingestas al día. Dado que tu cabeza tiene precio no se te ocurra salir ni por asomo hasta que estés bien restablecido. Acompaña tu dieta reconstituyente de vitaminas. Aconsejo desde la A a la Z, para ahorrarte pérdidas de tiempo, y también fósforo, calcio, hierro y zinc.

Durante esos días, evita tener grandes emociones. No veas Sálvame, ni Aida, ni partidos Madrid-Barcelona para evitar cualquier sobresalto innecesario. Relájate al máximo.

Cuando notes que te sostienes sin ayuda sobre tus piernas, búscate un billete de ida al lugar más alejado del instituto, por ejemplo, Australia. Una vez allí, dedícate a tomar el sol con moderación, alternándolo con baños de mar y siestas gran reserva.

Para mantener tu mente en forma ves haciendo sudokus. Con ellos agilizarás tu mente y no pensarás en nada que pueda deprimirte, ya que en ellos sólo salen números. Quizás algo más adelante puedas leer pausadamente algún librito de autoayuda, por ejemplo: Cómo huir de la loca de tu exnovia, Cómo esconderse en el extranjero, Cómo evitar triángulos amorosos, Romper no es tan difícil o Curso de pilates en treinta días. Estos títulos pueden hacerte mucho bien.

En segundo lugar, vamos a ocuparnos de ese romántico que llevas dentro. Sé que quieres a la princesa, que no la has olvidado y que estás apenado por lo que ha pasado. ¡Ay, pobre diablo! Si realmente te das cuenta que ella es la mujer de tu vida y que lo que has vivido últimamente ha sido un desgraciado espejismo, debes poner todo tu empeño en reconquistar su corazón. Y ello no es tarea fácil. Con toda justicia, ella estará dolida y quizás no te perdone nunca. Sin embargo, una vez veas renacer las fuerzas en tu interior, trata de ganar su confianza y su corazón.

bombones-flores-aluzina-alzina

Escríbele una carta y un poema, inténtalo, aunque sabemos que cuesta. Te aconsejo que adjuntes a tus líneas una caja de bombones y un ramo de flores. Los benditos detalles siempre abren las puertas más resistentes. Pero de momento, y para no causar traumas ni reacciones virulentas, envía tu escrito de forma anónima. Simplemente ilusiónala, haz que su corazón vuelva a latir tras la frustración y el abandono. La sorpresa removerá su alma, se ilusionará, tú serás su amante secreto, en la sombra, el Cyrano que latirá en cada una de las inflamadas líneas de tus sonetos.

Sólo cuando la veas propicia, entonces revela tu identidad. Como ves, es un plan que tiene sus riesgos. Aquí, amigo Titono, no hay matemática y puede pasar de todo. Lo importante, como en los juegos olímpicos, es intentarlo. La victoria es el premio final a la insistencia.

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Si no funcionara, amigo mío, simpre te queda investigar la rica fauna y flora de Australia, analizar quizás los saltos de los canguros que campean por sus llanuras, hasta adoptar un koala. Si no te llenaran del todo tales actividades busca en la isla cercana el demonio de Tasmania.

 

Como última opción, siempre te queda entrar en una orden eclesiástica y entregar tu vida a la oración. Ahora no desesperes, no nos precipitemos. Empieza de inmediato el plan trazado y vayamos analizando tus progresos.

Con mis mejores deseos, un amigo, que lo es,

Gato con bufanda.

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