1984 es una obra escrita por Eric Blair, más conocido como George Orwell, publicada en 1949, pocos años después de que finalizase la Segunda Guerra Mundial. Orwell fue un defensor del socialismo democrático y fue por eso por lo que criticó fuertemente el proceso de transformación de la revolución proletaria en un Estado totalitario protagonizado por la Unión Soviética. Rebelión en la granja (1945) permitió a Orwell denunciar la perversión de las altas cúpulas del bloque soviético mediante una fábula en la que se criticaba la tergiversación de los ideales del marxismo, sobre los cuales se edificaba la ideología del partido, y las purgas realizadas por el periodo estalinista. 1984 también incluye una gran dosis de denuncia sobre la burocratización del sistema estalinista a partir del estado prácticamente paranoico de su jefe de Estado, quien quería eliminar cualquier disidente para asegurarse de que los habitantes de la U.R.S.S eran simpatizantes del partido. Pero 1984, el último libro del autor, va más allá y nos ofrece no solo una crítica de los acontecimientos contemporáneos del autor, sino que también ofrece una cruda, gris y desgarradora visión de lo que el ser humano puede llegar a hacer con él mismo.

Como si nos dejase entrever por la rendija de una cerradura, Orwell nos describe un mundo devorado por las cualidades más bajas, cuya población es movida por los ideales de un partido, El Partido, el cual no se limita a ostentar el poder como hasta ahora se ha denominado a la capacidad de dominio de un Estado sobre la población, sino que también ostenta la verdad. “Quien controla el pasado controla el futuro. Y quien controla el presente controla el pasado“.

El Partido es capaz de modificar fechas, cifras, con tal de asegurar una imagen firme y poderosa. Pero no basta con cambiar el nombre del enemigo de un día para otro o incluso eliminar todo recuerdo de cualquier disidente de este atroz sistema, no basta con falsear la verdad; el Partido quiere tenerla. Para ello se dota de distintos sistemas de ingeniería social como la nuevalengua, la cual pretende que cualquier idea que se aleje de los ideales del Socing (el socialismo inglés) no pueda ser pensada debido a la inexistencia de palabras para hacerlo. Un ejemplo de término en nuevalengua es el doblepiensa. “Doblepensar significa el poder, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente”. Por lo tanto, el doblepiensa es una herramienta indispensable para que el Partido pueda modificar el pasado constantemente sin que los habitantes de Oceanía, una de las tres potencias que controla el mundo, necesiten una explicación lógica o cronológicamente coherente de los acontecimientos. “Mediante un nuevo acto de doblepensar se borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniéndose la mentira siempre unos pasos delante de la verdad. En definitiva, gracias al doblepensar ha sido capaz el Partido —y seguirá siéndolo durante miles de años— de parar el curso de la Historia”. Y es que el Partido quiere detener la historia para que no haya ninguna evolución que le impida seguir dominando Oceanía, por lo que las tres potencias se encuentran en un constante estado de guerra entre ellas con tal de consumir todos los recursos que enriquecen un país y así evitar el progreso. La visión del partido en torno al modo de gobernar está totalmente inspirada en la consigna maquiavélica “El fin justifica los medios”. “El Partido busca el poder para su propio bien. No nos interesa el bien de los otros; sólo nos interesa el poder, únicamente el poder“.

La figura del Gran Hermano es la cara del Partido. Un rostro de un hombre con bigote cuyos ojos parece que te observen estés donde estés. La imagen está presente en todas las calles y edificios y, juntamente con unos televisores manipulados que a la vez sirven de cámaras de vigilancia llamados telepantallas, tiene la función de eliminar cualquier tipo de privacidad de los habitantes de Londres, lugar donde se ubica la historia. El Hermano Mayor, como en el mito platónico de la caverna, manipula la realidad creando esas sombras que generan confusión y ocultan totalmente la verdad a las almas encadenadas a esta sociedad deshumanizada.

Encontramos también como organismo de represión a la policía del pensamiento. El Ministerio del Amor, cuyo nombre resulta bastante irónico y contradictorio, tiene la función de asegurar la fidelidad incondicional de los ciudadanos al Partido. Su brazo ejecutor es la Policía del Pensamiento, cuyo nombre y definición se asemejan a la idea de “policía moral” expuesta por Stuart Mill en su obra Sobre la libertad. Dicho organismo de represión contra libertad individual se encarga de detectar la más mínima disidencia del Partido, incluso de manera inconsciente por parte del sujeto, con tal de erradicar el más mínimo brillo de espíritu critico mediante terribles lavados de cerebro en los que los más ilustrados acaban sucumbiendo al Partido a través de un proceso de destrucción del individuo por medio del miedo. Se ve aquí reflejado, igual que en la obra de Mill, el peligro de la masificación de las sociedades, cuyos integrantes tienden a arremeter contra cualquier sujeto que posea una opinión distinta, lo que conlleva que la libertad de pensamiento del individuo se acabe sumergiendo en una gran masa uniforme y sin el más mínimo espíritu crítico. “La elección de la humanidad se encuentra entre la libertad y la felicidad, y para la gran masa de la humanidad la felicidad es mejor”.

La visión que nos ofrece Orwell del futuro, concretamente del año 1984, es totalmente pesimista, superando etapas de la historia vividas por el autor como las Guerras Mundiales, el nazismo o el totalitarismo soviético. Lo que se muestra es un destino fatal privado de esperanza ya que ni siquiera los “proles”, la clase social más alejada de las garras del Partido la cual está fuera de combate debido a su analfabetismo, tienen ningún poder para derrocar el régimen totalitario. La sensación al leer la descripción de esta sociedad es totalmente angustiante ya que nuestro protagonista, Winston Smith, es uno de los pocos seres humanos que existen que aún razona, y nos narra una lucha fatídica contra el implacable Hermano Mayor. La sumisión es el único camino. “No existe más que un interminable presente en el cual el Partido lleva siempre razón”.

Tenemos que entender esta novela no como una previsión, sino como una advertencia. Un final devastador pero posible del ser humano. Aun así, no todo lo expuesto en esta obra es tan hipotético. La mutabilidad del pasado es un hecho hoy en día ya que la verdad es manipulada por los medios y los partidos políticos. La facilidad que proporciona internet para expresar una opinión no va acompañada de una gran dosis de espíritu crítico para contrastar dichas opiniones, lo que permite que se digan barbaridades que finalmente acaban estableciéndose como verdad o sirven para alcanzar una meta, aunque se sepa que son mentira. Que prevalezca la meta de un individuo o un colectivo por encima de la verdad, la misma tesis de los Sofistas y lo que conocemos actualmente como posverdad, no se aleja demasiado del doblepiensa de Orwell. Un dato tomará un significado u otro en función de unos intereses.

Los lemas del Partido son totalmente determinantes, aunque siguen teniendo vigencia y cobran un mayor sentido si los observamos como proclamas del gobierno una vez volteados, lo que nos recuerda el destino fatal del ser humano.

LA GUERRA ES LA PAZ LA PAZ ES LA GUERRA

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD LA ESCLAVITUD ES LIBERTAD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA LA FUERZA ES LA IGNORANCIA

David Ortiz García, 2n de Batxillerat

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